El guerrero de la Luz (V PARTE)
Un guerrero de la luz asume enteramente su Leyenda Personal.
Sus compañeros comentan:
"¡Su fe es admirable!"
El guerrero se enorgullece unos instantes, pero luego se avergüenza de lo que ha escuchado, porque no tiene la fe que aparenta.
En este momento su ángel le susurra:
"Tú eres apenas un instrumento de la luz.
No hay motivos para vanagloriarse, pero tampoco para sentirse culpable; sólo hay motivos para la alegría".
Y el guerrero de luz, consciente de que es un instrumento, se queda más tranquilo y seguro.
“Hitler puede haber perdido la guerra en el campo de batalla, pero terminó ganando algo – dice M. Alter -. porque el hombre del siglo XX creó el campo de concentración, resucitó la tortura y enseñó a los semejantes que es posible cerrar los ojos ante las desgracias ajenas”.
Puede ser que tenga razón: existen niños abandonados, civiles masacrados, inocentes en las cárceles, viejos solitarios, borrachos en las cunetas, locos en el poder.
Pero quizá él no tenga ninguna razón:
existen los guerreros de la luz.Y los guerreros de la luz jamás aceptan lo que es inaceptable.
El guerrero de la luz nunca olvida el viejo proverbio: el buen cabrito no chilla.
Las injusticias existen.
Todos se ven envueltos en situaciones inmerecidas, generalmente cuando no se pueden defender.
Muchas veces la derrota llama a la puerta del guerrero.En esas ocasiones, él permanece en silencio. No gasta energía en palabras, porque ellas no pueden hacer nada; es mejor usar las fuerzas para resistir, tener paciencia y saber que Alguien está vigilando.
Alguien que vio el sufrimiento injusto y no se conforma con ello.Este Alguien le da lo que él necesita: tiempo.
Tarde o temprano, volverá a trabajar en su favor. Un guerrero de la luz es sabio; no comenta sus derrotas.
Una espada puede durar poco.
Pero el guerrero de la luz tiene que durar mucho.
Por eso no se deja engañar por su propia capacidad, y evita ser tomado por sorpresa.
Él da a cada cosa el valor que merece tener.
Muchas veces, ante asuntos graves, el demonio musita en su oído: “No te preocupes con esto porque no es serio”.
Otras veces, ante cosas banales, el demonio le dice: “Necesitas dedicar toda tu energía para resolver esta situación”.
El guerrero no escucha lo que el demonio le está diciendo: él es dueño de su espada.
Un guerrero de la luz está siempre vigilante.
No pide permiso a los otros para empuñar su espada; simplemente la toma en sus manos.
Tampoco pierde el tiempo explicando sus gestos; fiel a las determinaciones de Dios, él responde por sus acciones.
Mira a sus costados e identifica a sus amigos. Mira hacia atrás e identifica a sus adversarios.
Es implacable con la traición, pero no se venga; se limita a apartar a los enemigos de su vida, sin luchar con ellos más allá del tiempo necesario.
Un guerrero no intenta parecer, él es.
Un guerrero no anda con quien le quiere hacer mal.
Ni tampoco es visto en compañía de los que lo quieren “consolar”.Evita a quienes sólo están a su lado en caso de derrota, estos falsos amigos que quieren probar que la debilidad compensa. Siempre traen malas noticias. Siempre intentan destruir la confianza del guerrero, bajo el manto de la “solidaridad”.
Cuando lo ven herido, se deshacen en lágrimas, pero en el fondo de su corazón están contentos porque el guerrero perdió una batalla.
No entienden que esto forma parte del combate.
Los verdaderos compañeros de un guerrero están a su lado en todos los momentos, en las horas difíciles y en las horas fáciles.
En el comienzo de su lucha, el guerrero de la luz afirmó:
“Tengo sueños”.
Después de algunos años, percibe que es posible llegar a donde quiere; sabe que será recompensado.
Llegado ese momento, se entristece.
Ha conocido la infelicidad ajena, la soledad, las frustraciones que acompañan a gran parte de la humanidad, y considera que no merece lo que está a punto de recibir.
Su ángel susurra: “Entrega todo”. El guerrero se arrodilla y ofrece a Dios sus conquistas.
La Entrega obliga al guerrero a parar de hacer preguntas tontas, y lo ayuda a vencer la culpa.
El guerrero de la luz tiene la espada en sus manos.
Es él quien decide lo que va a hacer, y lo que no hará bajo ninguna circunstancia.Hay momentos en que la vida lo conduce hacia una crisis: se ve forzado a separarse de cosas que siempre amó. Entonces el guerrero reflexiona.
Analiza si está cumpliendo la voluntad de Dios o si actúa por egoísmo, y en el caso de que la separación esté realmente en su camino, la acepta sin protestar.Si, por el contrario, tal separación fue provocada por la perversidad ajena, él es implacable en su respuesta.
El guerrero es dueño del golpe y del perdón. Y sabe usar los dos con la misma habilidad.
Sus compañeros comentan:
"¡Su fe es admirable!"
El guerrero se enorgullece unos instantes, pero luego se avergüenza de lo que ha escuchado, porque no tiene la fe que aparenta.
En este momento su ángel le susurra:
"Tú eres apenas un instrumento de la luz.
No hay motivos para vanagloriarse, pero tampoco para sentirse culpable; sólo hay motivos para la alegría".
Y el guerrero de luz, consciente de que es un instrumento, se queda más tranquilo y seguro.
“Hitler puede haber perdido la guerra en el campo de batalla, pero terminó ganando algo – dice M. Alter -. porque el hombre del siglo XX creó el campo de concentración, resucitó la tortura y enseñó a los semejantes que es posible cerrar los ojos ante las desgracias ajenas”.
Puede ser que tenga razón: existen niños abandonados, civiles masacrados, inocentes en las cárceles, viejos solitarios, borrachos en las cunetas, locos en el poder.
Pero quizá él no tenga ninguna razón:
existen los guerreros de la luz.Y los guerreros de la luz jamás aceptan lo que es inaceptable.
El guerrero de la luz nunca olvida el viejo proverbio: el buen cabrito no chilla.
Las injusticias existen.
Todos se ven envueltos en situaciones inmerecidas, generalmente cuando no se pueden defender.
Muchas veces la derrota llama a la puerta del guerrero.En esas ocasiones, él permanece en silencio. No gasta energía en palabras, porque ellas no pueden hacer nada; es mejor usar las fuerzas para resistir, tener paciencia y saber que Alguien está vigilando.
Alguien que vio el sufrimiento injusto y no se conforma con ello.Este Alguien le da lo que él necesita: tiempo.
Tarde o temprano, volverá a trabajar en su favor. Un guerrero de la luz es sabio; no comenta sus derrotas.
Una espada puede durar poco.
Pero el guerrero de la luz tiene que durar mucho.
Por eso no se deja engañar por su propia capacidad, y evita ser tomado por sorpresa.
Él da a cada cosa el valor que merece tener.
Muchas veces, ante asuntos graves, el demonio musita en su oído: “No te preocupes con esto porque no es serio”.
Otras veces, ante cosas banales, el demonio le dice: “Necesitas dedicar toda tu energía para resolver esta situación”.
El guerrero no escucha lo que el demonio le está diciendo: él es dueño de su espada.
Un guerrero de la luz está siempre vigilante.
No pide permiso a los otros para empuñar su espada; simplemente la toma en sus manos.
Tampoco pierde el tiempo explicando sus gestos; fiel a las determinaciones de Dios, él responde por sus acciones.
Mira a sus costados e identifica a sus amigos. Mira hacia atrás e identifica a sus adversarios.
Es implacable con la traición, pero no se venga; se limita a apartar a los enemigos de su vida, sin luchar con ellos más allá del tiempo necesario.
Un guerrero no intenta parecer, él es.
Un guerrero no anda con quien le quiere hacer mal.
Ni tampoco es visto en compañía de los que lo quieren “consolar”.Evita a quienes sólo están a su lado en caso de derrota, estos falsos amigos que quieren probar que la debilidad compensa. Siempre traen malas noticias. Siempre intentan destruir la confianza del guerrero, bajo el manto de la “solidaridad”.
Cuando lo ven herido, se deshacen en lágrimas, pero en el fondo de su corazón están contentos porque el guerrero perdió una batalla.
No entienden que esto forma parte del combate.
Los verdaderos compañeros de un guerrero están a su lado en todos los momentos, en las horas difíciles y en las horas fáciles.
En el comienzo de su lucha, el guerrero de la luz afirmó:
“Tengo sueños”.
Después de algunos años, percibe que es posible llegar a donde quiere; sabe que será recompensado.
Llegado ese momento, se entristece.
Ha conocido la infelicidad ajena, la soledad, las frustraciones que acompañan a gran parte de la humanidad, y considera que no merece lo que está a punto de recibir.
Su ángel susurra: “Entrega todo”. El guerrero se arrodilla y ofrece a Dios sus conquistas.
La Entrega obliga al guerrero a parar de hacer preguntas tontas, y lo ayuda a vencer la culpa.
El guerrero de la luz tiene la espada en sus manos.
Es él quien decide lo que va a hacer, y lo que no hará bajo ninguna circunstancia.Hay momentos en que la vida lo conduce hacia una crisis: se ve forzado a separarse de cosas que siempre amó. Entonces el guerrero reflexiona.
Analiza si está cumpliendo la voluntad de Dios o si actúa por egoísmo, y en el caso de que la separación esté realmente en su camino, la acepta sin protestar.Si, por el contrario, tal separación fue provocada por la perversidad ajena, él es implacable en su respuesta.
El guerrero es dueño del golpe y del perdón. Y sabe usar los dos con la misma habilidad.
Comentarios
saludos"!
Son siempre estas personas las que realmente te ayudan a seguir adelante en la vida....
cuidese y mucha suerte!!!